miércoles, 18 de agosto de 2010

San Martín, pedagogo y civilizador

Enmarcada dentro de las llamadas “Conferencias del Bicentenario” que se llevaron a cabo en la Biblioteca popular “Carlos Mastronardi” disertó la profesora Florencia Grosso de Andersen, del Instituto Sanmartiniano Argentino, acerca de “San Martín, pedagogo y civilizador”.
Reseñamos esta interesante disertación sobre aspectos básicos de la rica personalidad de nuestro Libertador a modo de conmemoración del 17 de Agosto, día en que se cumple un aniversario más del paso a la inmortalidad del General San Martín.
El objetivo de esta charla fue, básicamente, rescatar y destacar la figura del General José de San Martín como intelectual y educador, más allá de sus logros y epopeyas militares que, como es sabido, constituyen la faceta más conocida, estudiada y admirada del Libertador.
Alrededor de las 20 horas, la profesora Grosso de Andersen comenzó a disertar sobre el “Padre de la Patria”, de quien, primeramente, hizo un recorrido descriptivo en lo que se refiere a la historia de su formación intelectual. La disertante destacó que San Martín, asistió en Argentina- donde vivió hasta los 12 años de edad cuando emigró a España junto a sus padres- a una escuela primaria normal, “hasta mediocre”, pero que luego “con sus lectura de joven oficial y de hombre maduro que conoció a los enciclopedistas, se convirtió en un referente autentico de la Ilustración”.
Durante su adolescencia, José de San Martín ingresa al cuerpo de infantería del ejército español, y allí, al igual que todos los demás soldados de su tiempo; es instruido mediante la lectura de los llamados “Cuadernos de Carlos III”, que “describían la formación militar cristiana que fijarían la conducta moral del militar español, y que constituyeron todo un código de vida y de las buenas costumbres de la época”.
En este período muchos libros y muchos autores serán explícitamente prohibidos por el gobierno real. “En los reglamentos de las escuelas militares de la península, por ejemplo, se fijan límites a las lecturas de los jóvenes aspirantes, evitando con ello distracciones o deformaciones al propósito castrense de la época”, expresó Grosso.
Inmediatamente después, la conferencista señalo que “estas restricciones lejos de constituir un obstáculo, fueron tal vez un estímulo para el posterior crecimiento intelectual de San Martín”.
Continuando con el recorrido histórico de la formación intelectual, en la charla se mencionó que en 1797 San Martín es trasladado como subteniente a la ciudad portuaria de Cartagena, España, lugar donde se conocían y debatían las “nuevas ideas” de su tiempo, debido a que allí“estaban al alcance de los espíritus curiosos de la época los libros y autores de lectura vedada, que se habían convertido en valiosos objetos del contrabando”.
Diversos autores señalan que en la librería de José de San Martín se contaban volúmenes de Voltaire, Rousseau, Montesquieu, la “Historia de la Revolución Francesa y Napoleón”, a quien admira como militar, en tanto que el historiador Bartolomé Mitre dice que entre sus autores predilectos se encontraba el griego Epicteto. Este filósofo, expresó Grosso, “predicó una conducta estoica de austeridad y dominio sobre la propia sensibilidad que pareciera tener una fuerte influencia en su doctrina vital”. Expresaba el pensador que el progreso moral es producto “del continuo trabajo, en el día a día, sobre uno mismo”.
Según pudimos conocer, el Libertador también se nutrió del pensamiento de los autores del naciente Romanticismo, sobre todo de los alemanes, y además se contaron en su biblioteca cuantiosos tratados sobre geografía, matemática, agricultura, inglés, francés_-idiomas que aprendió en su juventud-, viajes y oficios varios.
Esta segunda parte de la charla “San Martín, pedagogo y civilizador”, apuntó directamente a la acción educativa del “Padre de la Patria” en el continente americano, que realizó al mismo tiempo que sus campañas militares en Argentina, Chile y Perú durante las guerras de independencia.
Primera Imprenta en Mendoza: En esta sección de la conferencia, la profesora pasó a detallar los diferentes actos pedagógicos que efectuó, cuyo primer ejemplo está dado por la creación de la primera imprenta en la ciudad de Mendoza, cuando fue gobernador de la provincia de Cuyo, durante la gesta del cruce de los Andes. San Martín encargó a Pueyrredón-por entonces Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata- que le enviara una imprenta desde Buenos Aires con el objetivo de “propagar entre la población boletines y proclamas relacionadas con la marcha de su proyecto emancipador y, sobre todo, de informar al pueblo de Cuyo el destino de los fondos que estaba aportando en esa empresa”.
En octubre de 1815, desde el campamento militar del Plumerillo en Mendoza, San Martín hace publicar una circular educativa destinada a los maestros cuyanos: “La educación formó el espíritu de los hombres; la naturaleza misma, el genio, ceden ante este admirable resorte de la sociedad. La libertad es aún despreciada por los ciervos porque no la conocen; nosotros palpamos con dolor esta verdad, pero los pobladores del nuevo mundo son susceptibles de las mejores luces”. Al respecto la disertante explicó que “aquí San Martín está diciendo a los americanos que son tan capaces de saber y de estudiar como los europeos”.
Esta circular continúa con palabras directas a los maestros, a quienes dice “el destino de preceptor de primeras letras que usted ocupa lo obliga íntimamente a suministrar estas ideas a los niños que formarán algún día una nación culta, libre y gloriosa”; de este modo, expresó Grosso, el Libertador “insta a los maestros a colaborar en la formación del los ciudadanos que el nuevo tiempo de la Patria necesitaba”.

Colegio de la Santísima Trinidad: Tal como pudimos saber, durante este período a cargo de la gobernación de Cuyo, San Martín crea también llamado Colegio de la Santísima Trinidad, un instituto de educación secundaria que se construyó con todos los requerimientos pedagógicos de la época, y que se constituyó en un modelo de institución en donde se impartieron conocimientos clásicos de ciencia y literatura, huertas de trabajo y campos de deportes para alumnos, que por su excelente formación tuvieron libre admisión, sin exámenes previos en todas las universidades de Chile y Argentina.

Biblioteca de Santiago de Chile: Ya en Chile, tras el cruce de la cordillera, en 1817 el gobierno de Santiago dona al General San Martín la suma de 10 mil pesos oro, en reconocimiento al triunfo militar en Chacabuco, pero el Libertador decide destinar esta suma para la creación de una biblioteca en esa ciudad y responde al Cabildo que “la ilustración y fomento de las letras es la llave que abre las puertas de la abundancia y hace felices a los pueblos”.

Colegio San Martín y Escuela Normal de Profesores: En Perú, y con la dignidad de “protector” de ese territorio, San Martín asume su gobierno, y abre en Lima dos importantes colegios: por un lado el colegio secundario San Martín- llamado así en honor al santo-, y la Escuela Normal de Profesores.
La disertante Florencia Grosso dejó en claro que “entre las prioridades de su acción de gobierno estaba la de reformar la instrucción popular, adecuándola al nuevo régimen independiente, y extendiéndola al mayor número de personas posibles”, por lo que eligió el por entonces moderno método de enseñanza de Lancaster, que , según explicó Grosso, consistía en la elección por parte de los maestros “de los alumnos más aventajados , que serían instruidos y enviados a villas lejanas o aldeas indígenas donde impartirían sus enseñanzas y a la vez elegirían entre sus alumnos a aquellos que repetirían su labor en otros pueblos, así se multiplicarían rápida y eficientemente los agentes de enseñanza”.

Biblioteca Nacional de Lima: Casi finalizando la conferencia, se hace referencia la creación de esta biblioteca, respecto de la que Grosso de Andersen señaló que se fundó gracias a la donación por parte del Protector del Perú de casi toda su librería personal, que hizo traer desde Santiago de Chile, donde se encontraba inventariada y encajonada. (Lamentablemente un voraz incendio en 1949 hizo desaparecer casi todos estos volúmenes; sólo siete obras donadas por el Padre de la Patria pudieron ser salvadas.)
Pero uno de los puntos más importantes tratados en la charla fue el elemento integrador en la educación sanmartiniana y el respeto por la diversidad cultural, traducidos en un reconocimiento y valoración de los pueblos originarios del continente americano. Dijo la conferencista: “San Martín pretendía, a través de su acción educativa de carácter popular, consolidar una cultura continental extendida y sin exclusiones, que a la vez que brindara conocimientos universales, incorporara los valores propios de América, especialmente los de las antiguas civilizaciones que en ella florecieron”.
En este momento de la conferencia, Grosso de Andersen expresó al público presente: “San Martín, como genuino humanista nunca despreció a los individuos de razas que-aún después de los enunciados derechos de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución Francesa-eran consideradas inferiores por pueblos ilustrados y progresistas; nunca entonces más acertado el nombre de libertador que cuando despliega su acción civilizadora, devolviendo la dignidad a los descendientes de aquellos que fueron obligados a abandonar su tierra y su cultura para ser insertados en una empresa que los reducía a denigrante servidumbre”. Es que el 28 de junio de 1821, junto con la independencia del Perú, San Martín proclama la “Libertad de Vientres” para los hijos de esclavos que nacieran a partir de ese día.
Los nativos americanos merecieron del Libertador “una especial atención”, explica la profesora, que detalló que, por entonces, eran “siendo mayoría, excluidos en su propia Patria de los beneficios de los que gozaban los hombres blancos”. Para poner fin a esta discriminación, el Protector del Perú firma, el 12 de agosto de 1822, un decreto que establece que “en adelante, no se denominarán a los aborígenes como indios o naturales; ellos son ciudadanos del Perú y con el nombre de peruanos deben ser conocidos”. Finalmente, el 28 de agosto del mismo año San Martín dispone. “Queda extinguido el servicio que los peruanos, antes llamados indios, hacían bajo la denominación de Mita, Encomienda; Congos, y otras clases de servidumbre”.
El 2 de Abril de 1822 un decreto del Gral. San Martín prohíbe la venta de obras de alfarería, tejidos y demás objetos de la antigua cultura incaica, y dispone que desde esa fecha pasaran a formar parte del Museo Nacional que funda el 16 de mayo del mismo año.
Para culminar esta conferencia, la profesora Florencia Grosso de Andersen, destacó cómo el Libertador José de San Martín “puso su poder de gobernante al servicio de su formidable empresa educativa”, de forma extendida y democrática, pero siempre respetuosa de las identidades nacionales. “Lo que es admirable en este hombre formado para la guerra es su empeño en crear instituciones para asegurar la paz”.

Publicado por: El Debate Pregón.

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